Carlos Benítez



¿Qué le llevó a dedicarse a la enseñanza?

Me gustó siempre, desde chaval siempre pensé ser profesor de instituto. Al terminar me puse a preparar, bueno no las preparé, no me tomé en serio la cátedra del instituto, y la Universidad fue una casualidad. Estaba en el verano aquel, al terminar, buscando algún trabajo mientras opositaba, que salió un año o dos después, y encontré trabajo en la Universidad y hasta hoy.

¿Por qué decidió estudiar Matemáticas?

Pues cuando iba a hacer la matrícula, bueno primero se hacía un curso común selectivo, que era el mismo en toda España para todas las titulaciones de Ciencias, que eran cinco asignaturas: Matemáticas, Física, Química, Biología y Geología. Y después de aprobar eso, que había que aprobar las 5, se elegía la carrera. Cuando estaba esperando en la cola para echar la matrícula, todavía estaba dudando entre Matemáticas y Medicina. Las  Matemáticas, siempre se me dieron bien, más o menos, me gustaba la enseñanza, y Medicina también me gustaba pero acabó ganando Matemáticas.

¿Recuerda la primera vez que dio clase? ¿Cómo fue?

(Risas) Era en una escuela de obras públicas de Madrid, al final del retiro, cerca de la estación de Atocha. Yo tenía 22 años, y la mitad de los alumnos eran mayores que yo, eran casi 100. Sería un 2, un 3 o un 4 de octubre cuando empezaban las clases, y yo llegué allí, entré al aula, era casi de noche, la gente estaba charlando, todos de pie, todos tal, y yo me puse allí donde el profesor y ni caso. Yo era otro mocoso más. Hasta que empezaron a decir: “¿Quién será ese?”. Entonces me presenté, y corriendo corriendo me puse a hablar de matemáticas porque de otra cosa no se hablar, no tenía discursos. Luego ya con el tiempo era más cuentista. Y así fue.

¿Qué cambios encuentra entre el sistema educativo que había cuando usted empezó la docencia y el actual?

En esencia siempre es igual, en esencia. Ha habido multitud de cambios, he visto muchos cambios y tal y cual. Incluso ahora nos acaban de poner aquí esta tontería de los exámenes en julio. Pero eso ya lo había ‘inventao’ un Ministro ‘iluminao’ llamado Julio Rodríguez, que era un cretino, que estableció el comienzo del curso en enero y acaba en años naturales. Duró un año o dos ‘na más’. De hecho lo llamaron el año “Juliano”. Y nada, tonterías como estas ya se han hecho.
Los cambios ‘uff’, yo he visto muchos planes de estudio, pero en esencia siempre igual, que es lo que importa afortunadamente.

¿Cómo ha influido la docencia en su vida?

No se, yo no he hecho otra cosa en mi vida. Desde que me fui a las monjas de niño con cuatro años y aprendí a leer hasta hoy, he estado siempre en clase de alumno o profesor. No he hecho otra cosa, es mi vida. Y no creo que valga para otra cosa, y si valgo ‘pa’ esto, sabe Dios. Ya me da lo mismo que valga o no porque ya me he jubilado (risas).

A lo largo de toda su carrera profesional, ¿destacaría alguna anécdota en particular?

¿Anécdotas? ¡Dios mío! Eso es una pregunta tan genérica… (pensativo) Ni idea. Es que me dejas en blanco. Serían tantísimas. No me viene ninguna a la cabeza, y si me esfuerzo igual me viene alguna tontería. No se, quizá al final me venga alguna.
 
¿Qué se siente al tener como compañeros de profesión a sus propios alumnos?

Alegría, eso está muy bien. Y más cuando el alumno es mejor que el profesor. Yo he tenido la suerte de dar clase a gente mucho mejor que yo como matemático. Y encantado, eh. Tengo alumnos catedráticos en muchos sitios, como Granada, Santiago, Barcelona. Por ejemplo en Santiago, Alfredo Bermúdez de Castro es un fuera de serie, uno de los grandes matemáticos que hay ahora. Es muy buen amigo mío, nos íbamos a pescar y todo, no pescábamos nada pero charlábamos ahí en la orilla (risas). Era peor pescador que yo, así que imagínate, malísimo.

¿Alguna vez ha tenido algún compañero, o incluso alumno, que le haya marcado en algún aspecto de su vida, por ejemplo, hasta el punto de plantearse cambiar la forma de dar sus clases?

No se, los alumnos están… ¡Es que estas preguntas son muy difíciles! (Risas) Los alumnos, ni que decir tiene, que se está interactuando continuamente con ellos, y eso influye mucho muchísimo. Es una cosa muy puntual como lo de la anécdota de antes. Pues no se, tampoco se me ocurre que alguno me haya convertido en alguien bueno, porque eso todavía nadie lo ha conseguido (Risas). No se, hacéis preguntas muy difíciles, yo en los exámenes os hacía preguntas más fáciles. Corramos un estúpido velo…

Usted es licenciado en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, aunque  obtuvo el título de doctor en matemáticas por la Universidad de Santiago de Compostela; y ha ocupado los puestos de: ayudante en la universidad Complutense de Madrid, profesor de adjunto en la Universidad de Santiago, profesor en la Universidad de Extremadura y Catedrático de la UEX, entre otras cosas. Ha estado dando clases de análisis matemático durante 48 años y es director de 9 tesis doctorales. Después de tantos años, y todo lo que ha conseguido a lo largo de toda su vida, ¿siente que aún le queda algo por hacer, o está completamente satisfecho de su carrera profesional?

(Risas) Satisfecho completamente, no tiene ni sentido ¿no? Y si me quedara algo por hacer no tendría fuerza ni tiempo. Estoy hecho una mierda, tengo el corazón como una patata, un riñón de segunda mano, me quitaron todos los dientes hace un año y no aguanto otros. Ya… ‘pa’ la basura. Así que lo que quedara por hacer pues. . . Se va uno quedando, unos antes otros después. Yo calculaba que a esta edad, yo ya tengo 70 años, me mantendría así, tal y cual. Pero hace 7 años el riñón dejó de funcionar y todo se averió. […] Yo creía que de viejo iba a estar bastante bien pero estoy bastante ‘gastao’. Pero eso le pasa a todo el mundo, eh. Así que no me estoy quejando, estoy constatando.

¿Piensa que ha dedicado tiempo a las Matemáticas que lo debería haber dedicado a otras cosas?

No se, como trabajo las matemáticas, como hobbie no. Las matemáticas nunca han sido mi hobbie. Me aburren, y cuando me ponen un problema digo “ay… (suspiro)”. A no ser que sea un problema del oficio. Pero los problemas matemáticos, los libros de entretenimiento matemático sobre divulgación matemática, eso a mí me aburría muchísimo. Claro, ya uno le dedica todas las horas del día, como para encima entretenerse con ellas, ¿no? Hay gente que sí, que se dedica a las matemáticas y luego se entretiene con las matemáticas, yo no. Yo me entretengo cogiendo setas, pescando, paseando, o como carpintero, malo pero bueno. Ya no puedo hacer esas cosas, ya no las hago. Bueno, y leyendo, siempre me ha gustado leer historias, novelas… pero matemáticas no. Pero esto que estoy diciendo creo que le ocurre a todo matemático.

Finalmente a petición nuestra, Benítez nos cuenta el famoso chiste matemático que cuenta cada año a principio de curso…

“Esto es un hombre que va navegando en un globo, y viene la niebla y se pierde. Y ‘chschschschschs’ baja hasta acercarse al suelo. Y ve a un hombre allí y le dice: “¡Oigaaaaaaa!” y el otro “¡Queeeeeeeeeee!”, “¿Me puede decir dónde estoy?”. El hombre se queda pensativo, y al cabo de un rato le contesta: “¡En un globooooo!” Y le dice el del globo: “Oiga, ¿usted es matemático no?”. Y le contesta: “Sí señor, ¿Cómo lo ha sabido?” “Pues verá, ha pensado antes de responder, me ha dicho la respuesta exacta, y esa respuesta no me sirve para nada”.



Realizado por: 

ESCALERA ROTA, MARÍA
FERNÁNDEZ MURILLO, ESTEFANÍA
GALINDO ALVARADO, FÁTIMA
GONZÁLEZ NARANJO, ADRIÁN